jueves, 30 de julio de 2009

ESTOY A LA PUERTA



Apocalipsis 3:20 Mira, yo estoy llamando a la puerta; si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos.

Detrás de la fachada de tu rostro hay una existencia triste y solitaria, más allá de tu sonrisa hay una alma sedienta, un corazón herido, una mente sin rumbo.
Tu compañía es deseada por muchos, pero, cuando estas solo, fluye el llanto y la desesperación, tu vacío es tan grande que nada lo llena.
Yo te veo y quisiera ayudarte, cambiar esas noches de soledad y desesperación, cambiar esos días en que te sientes destrozado por dentro y que aún así tienes que aparentar que nada pasa, que eres feliz, tienes que sonreír cuando sientes que te estás muriendo.
Te susurro al oído mis palabras, quisiera decirte que no estás solo, desearía que entendieras que te amo con un amor eterno, sin condiciones, no me importa la distancia que impones, siempre he estado y estaré contigo.
No vagues más, no sufras más, yo puedo llenar tu vacío, yo quiero trasformar tu desesperación, yo deseo dibujar una sonrisa en tu rostro, que fluya directamente de tu corazón, nítida y sincera.

Yo soy tu mejor amigo, aún con tus errores te sigo amando, ábreme las puertas de tu corazón y entraré a tu vida, invítame y cambiaré tu destino.

Jesucristo habla hoy a tu vida: “Mira, yo estoy llamando a la puerta; si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos. Apocalipsis 3:20”

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